miércoles, 28 de abril de 2010

LA IGLESIA ES INMACULADA E IMPECABLE II.

Salvajismo sangriento


En la Antigüedad las matanzas eran tomadas con indiferencia, como un acontecimiento natural en la vida de los pueblos. La masacre de la población de una ciudad no causaba la menor sorpresa, ni tampoco indignación.


La tendencia a sacrificios sangrientos estaba relacionada con varios ritos del paganismo. En Grecia la vieja religión consideraba conveniente ofrecer holocaustos humanos para apaciguar a los dioses. Esos sacrificios, comunes entre los griegos de las épocas remotas, se atenuaron más tarde, pero no desaparecieron completamente. En el siglo II de la Era Cristiana aún se sacrificaban vidas humanas en Arcadia, en honra a Zeus Liceo[29].


En Roma, el espectáculo más apreciado por el pueblo era ver hombres muriendo, y las luchas de gladiadores constituían ocasión de crueles matanzas. “Por la mañana, dice Séneca, se echan hombres a los leones y osos, después del medio día, se echan [al arbitrio] de los espectadores. El fin para todos los luchadores ha de ser la muerte, y se pone manos a la obra con fuego y hierro, hasta tanto que la plaza queda vacía”[30]. Durante esas “sesiones”, iniciadas al mediodía, los condenados a muerte debían ejecutarse mutuamente. Tanto esta costumbre, como la alimentación de las fieras con carne humana, nos ayudan a “comprender esa voluptuosidad de ferocidad a la que los romanos darán rienda suelta en las persecuciones anticristianas”, observa Daniel-Rops, y concluye: “Por más repulsivas que nos parezcan estas escenas de que también los cristianos serán víctimas, eran normales en Roma. Y raros, muy raros, eran los espectadores que exteriorizaban su desaprobación”[31].


“Panem et circenses” quedó consagrada como la fórmula ideal para mantener en calma a la multitud, y satisfacer también su creciente gusto por la sangre. Fue eso una de las causas de su decadencia.


La llaga de la pedofilia


Lo que la prensa de hoy denomina de pedofilia era ampliamente practicado en el mundo antiguo, bajo el amparo de la ley, por influencia de las religiones paganas.


En Grecia, existía como práctica legal la corrupción sexual de niños, más adecuadamente llamada de pederastia[32]. Todo hombre adulto que no fuese esclavo tenía el derecho de practicarla. Era costumbre también en Persia y en otros lugares, donde se ha mantenido a través de los siglos. Roma fue contaminada por el mal griego, hasta el punto de que varios emperadores procuraban como amantes a adolescentes[33].


Los niños considerados bellos, si eran hechos prisioneros de guerra, o raptados, o vendidos por los padres, eran mutilados para alimentar el tráfico de eunucos[34]. No escapaban ni siquiera los hijos de la nobleza[35].


En Grecia — especialmente en Atenas—, las víctimas de pederastia no eran apenas los prisioneros de guerra, los raptados y los esclavos. Cualquier niño podía tornarse objeto de los infames deseos de hombres adultos. Y la costumbre era ceder. Si algún padre, con restos de sensibilidad moral, desease evitar esa tragedia a sus hijos, tenía que actuar antes de que eso sucediese, empleando esclavos que, como halcones, vigilasen a los niños[36]. Mas, dice Esquines, muchos padres deseaban tener hijos bellos, sabiendo que éstos serían blanco de predadores[37].


Las escuelas — las tan elogiadas Academias — eran locales donde los estudiantes, hasta de 12 años de edad o más jóvenes[38], estaban a merced de los maestros[39]. Las leyes atenienses llegaban al absurdo de proteger e incentivar esa práctica, e incluso a regular el flirteo y el “enamoramiento” entre hombres y niños[40].


Griegos famosos del mundo de la literatura, de las artes, de la filosofía y de la política practicaron y elogiaron la pederastia, como Solón, Esquilo, Sófocles, Jenofonte, Tucídides, Esquines y Aristófanes[41].


La filosofía griega llegó a cuestionar esa práctica, si bien nunca la condenó por completo. Sócrates, Platón y Aristóteles no quedaron eximidos de ese mal[42]. En Charmides, Platón se refiere al adolescente que lleva ese nombre, como si fuese un enamorado elogiando a su amada, hablando de sus atractivos y de las emociones que le producía. En el Simposium, el personaje Fedro describe con todo lirismo a un ejército feliz y lleno de éxito, compuesto en su totalidad por hombres-amantes y niños-amados[43]. Mas, finalmente atraído por ideas más elevadas, Platón evolucionó de su aprobación condicional de la pederastia en sus primeros diálogos, para la condenación formal de ese vicio en su trabajo final, Leyes. Entretanto, sus intentos, como los de algunos estoicos, de proponer una pederastia “casta”, fueron recibidos con sarcasmo por el pueblo y no tuvieron resultado. En efecto, el “amor platónico” es muy difícil de ser practicado, pues en materia de castidad el hombre no logra permanecer establemente en un término medio [44].


Los griegos llegaron a considerar el relacionamiento natural entre hombre y mujer como inferior al relacionamiento entre hombre y niño. En una sociedad en la cual ese tipo de comportamiento influenciaba hasta el ideal del Estado, la mujer era despreciada[45], relegada al papel de mera reproductora.


Una obra histórico-filosófica como Erastos, del siglo II o III d.C., atribuida por muchos a Luciano de Samósata, trae un diálogo entre dos griegos que discuten seriamente cuál amor sería superior... Igualmente, en el décimo Diálogo de los Cortesanos, Luciano aborda ese tema. Plutarco, en Erotikos, analiza con seriedad cuál atracción — por mujeres o por niños — es más interesante para un hombre adulto. Felizmente, al contrario de Erastos, concluye que lo ideal es realmente el matrimonio monogámico.


En Roma, también las niñas podían ser víctimas de abuso sexual. Es lo que se deduce de las palabras de San Justino, en su Apología, en las cuales vitupera la costumbre de que los niños despreciados — niños y niñas — sean criados para la prostitución: “y así como los antiguos criaban rebaños de bueyes, chivos, carneros o caballos, así vosotros ahora criáis niños destinados a este vergonzoso uso; y para este uso impuro, una multitud de mujeres y hermafroditas, y aquellos que cometen iniquidades que ni siquiera pueden ser mencionadas, se expanden por toda la nación. [...] Y hay los que prostituyen incluso a sus propios hijos y mujeres; algunos son abiertamente mutilados para ser usados en la sodomía”[46].


Así era el mundo cuando en él no estaba presente la Santa Iglesia de Dios. El trágico cuadro de los desvíos de la Antigüedad pagana presentado aquí, aunque no esté completo, nos da una idea del choque ocurrido en el tiempo en que el mensaje del Evangelio comenzó a exaltar valores opuestos, ordenados y santos.


El choque de los valores del Evangelio con los antivalores mundanos


El mensaje de Jesucristo desequilibró al carcomido mundo antiguo. Censuraba el libertinaje, la crueldad y exaltaba la libertad para practicar el bien, la castidad y la virginidad, la inocencia, la fidelidad conyugal, el amor a los enemigos, la caridad, la abnegación, la bondad para con los más débiles, la dignidad de todos los seres humanos creados a imagen y semejanza de Dios.


Un especial horror al pecado de pedofilia fue infundido en las almas por nuestro Divino Maestro, con palabras de extrema severidad: “pero quien escandalizare a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valiera que le ataren al cuello una piedra de moler que mueven los asnos y lo arrojasen al profundo mar” (Mt. 18,6).


Ante la sublimidad del Evangelio, el paganismo no podría permanecer indiferente. Le quedaban sólo dos reacciones: o encantarse y someterse al suave yugo de Dios, u odiar y perseguir. Algunos se convirtieron. Muchos, no obstante, se aferraron al mal y este odio llevó al martirio a millones de cristianos.


Sin embargo, la sangre de los mártires fue semilla de nuevos cristianos, según la célebre afirmación de Tertuliano[47]. El espectáculo de hombres y mujeres, ancianos y ancianas, adultos en la plenitud de su fuerza, jóvenes vigorosos, vírgenes, niños —confesando todos la fe en Jesucristo y caminando decididos en dirección a la muerte —, arrancaba la admiración de muchos espectadores, y obraba conversiones cada vez más numerosas.


El paganismo necesitó, pues, echar mano de otra arma para intentar revertir el juego: la difamación y la calumnia. Como observan los Apologistas cristianos de aquellos primeros siglos, los paganos comenzaron a acusar a los cristianos exactamente de los delitos que el paganismo cometía.


Es digno de nota que una de las acusaciones era la de pedofilia, agravada de incesto[48]. San Justino comenta: “Las cosas que vosotros hacéis abiertamente y con aplauso, [...] de esas mismas cosas vosotros nos acusáis[49]. Y Arnobio lanza al rostro de los paganos: “¡Cuán vergonzoso, cuán petulante es censurar en otro lo que el acusador ve que él mismo practica — aprovechar la ocasión para ultrajar y acusar a otros de cosas que pueden ser impugnadas contra él mismo!”[50].


O sea, aquellos paganos hacían como el ladrón que, al robar, grita: “¡Ladrón, ladrón!”


(Se compartirá el resto del informe en las próximas publicaciones)

viernes, 23 de abril de 2010

LA IGLESIA ES INMACULADA E IMPECABLE I.

Después de cada campaña de ataques, la Iglesia siempre surge más fuerte y esplendorosa que antes.


Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP


El tiroteo de noticias que, en las últimas semanas, intenta manchar a la Iglesia Católica, con la excusa de los abusos de niños cometidos por sacerdotes católicos, alcanza un auge increíble. Decididos a no dejar apagar la hoguera que encendieron, varios órganos de comunicación social se han dedicado a investigar el pasado, en búsqueda de nuevas acusaciones que involucren al Vicario de Cristo en la Tierra, el Papa Benedicto XVI. En esto, sin embargo, han fallado rotundamente.


Que existan sacerdotes indignos y sin preparación, nadie lo puede negar; que se cometieron horribles abusos, y seguramente en número superior al registrado, es necesario reconocerlo. Pero, utilizar faltas graves circunstanciales de una minoría de clérigos, para denigrar a toda la clase sacerdotal, es una injusticia. Y usar esto como pretexto para intentar derribar a la Iglesia, es diabólico.


Sea dicho de paso, cuanto más se infiltra en la Iglesia el espíritu libertario, relativista y neopagano de nuestra época, tanto más es de temer que se cometan crímenes de pedofilia. Es imperiosa la necesidad de implantar en los seminarios un sistema de rigurosa selección, de tal forma que sólo se admita como candidato al sacerdocio a quien no tenga la propensión de ceder ante el mundo, sino que quiera enseñar la práctica de la doctrina católica con toda su pureza y dar ejemplo de ello.


La actual campaña publicitaria contra la Iglesia nos hace olvidar una verdad de la cual la historia nos proporciona un indudable testimonio: la Iglesia Católica fue quien libertó al mundo de la inmoralidad, y el mundo se está hundiendo nuevamente en el lodo del que fue rescatado porque está rechazando a la Iglesia.


El mundo del paganismo era un infierno


La mayoría de la población de Occidente tiene como cierto que el mundo, en mayor o menor grado, siempre cultivó los valores a los cuales estamos acostumbrados. Esos valores, sacrosantos hasta hace alrededor de cincuenta años, en alguna medida aún resisten a la acelerada decadencia de este comienzo de milenio: familia tradicional, protección de la inocencia infantil, sentido del pudor, modales educados, trajes decentes, honorabilidad, respeto mutuo, espíritu de caridad, dignidad humana, solidaridad, etc.


Pero no fue siempre así. Antes de que Nuestro Señor Jesucristo predicase a los hombres la Buena Nueva del Evangelio, el mundo estaba sumergido en una prolongada y terrible noche, en la que reinaban la depravación moral, el egoísmo, la crueldad, la inhumanidad y la opresión, conforme nos enseña la historia[1].


De esa situación, no se puede concluir que todos los romanos, griegos y “bárbaros” fuesen libertinos. Había minorías disconformes con aquel estado de cosas y preparadas para recibir la prédica evangélica con la avidez de náufragos que encuentran una tabla de salvación. En consecuencia de ello, se produjo la rápida expansión de la Iglesia Católica por el mundo romano y, finalmente, la conversión del Imperio en el año 313 de la era cristiana.


Religiones degradantes


Todo lo que la parte sana de la opinión pública de Occidente aún considera con horror hoy en día, era algo común y corriente en el mundo dominado por el paganismo. Baste recordar lo que la mitología grecorromana dice al respecto de los diversos dioses de su panteón.


Formaban un temible bando de rufianes: adúlteros, violentos, impúdicos, mentirosos, ladrones, opresores, asesinos, parricidas, matricidas, fratricidas, crueles, egoístas, traidores, perezosos, falsos, deshonrados, incestuosos, fornicadores, perversos y pedófilos. Zeus (el Júpiter de los romanos), la divinidad máxima de esa guarida, no era solamente un salvaje desenfrenado, que había practicado el canibalismo devorando a una de sus hijas y asesinado a otros parientes próximos, sino también un adúltero incontrolable, que había hecho muchas víctimas entre “diosas” casadas y solteras, violado a sus hermanas y nueras, estuprado a su propia hija y hasta a su madre y, que, además, mantenía como amante a un niño a quien había raptado[2].


Los relatos de estas infamias estaban en los textos dados a los niños en las escuelas de aquel tiempo, para instruirlos en la gramática, en la retórica, en la poesía, como refirieron en su época los apologistas cristianos.


La religión pagana ejercía, pues, un maléfico dominio sobre la sociedad, proponiendo como ejemplos para ser imitados las iniquidades de los dioses. Y a su vez, la sociedad influenciaba a la religión, de modo que los mitos reflejaban las costumbres en uso en aquel entonces.


Inmoralidad, crueldad, opresión


En aquel ambiente pagano, la situación de la mujer era terrible. En general, casi no tenía derechos, era prácticamente considerada como una esclava del marido, cuando tenía el privilegio de ser casada.


Las religiones, incluso las más elevadas, conducían a las mujeres – y, naturalmente, también a los hombres – a grandes depravaciones. La de los caldeos, por ejemplo, era siniestra y corruptora, con prácticas lúbricas en los templos. La religión fenicia también estimulaba la degradación de la mujer.


Heródoto es uno de los que nos proporciona informaciones sobre la “prostitución sagrada” practicada en los templos de Babilonia, Asiria, Grecia, Siria, Chipre y en otros lugares[3]. Con frecuencia, las “sacerdotisas” ingresaban en los templos cuando aún eran muy jóvenes, entregadas por los propios padres. El famoso “Código de Hammurabi”, promulgado por este rey de Babilonia (alrededor de 1793 y 1750 a .C.), dedica algunos artículos para reglamentar esa práctica[4].


El culto de Cibeles y Atis, surgido en Frigia, de donde pasó para Grecia y Roma, conducía a prácticas escabrosas en público. Como Atis se había mutilado, perdiendo su masculinidad, sus festejos incluían la automutilación de muchos hombres, realizada en medio de una multitud que, alucinada, danzaba y gritaba, mientras se ejecutaba una música, con un ensordecedor ruido de flautas, címbalos y tambores[5].


Grecia contaba con numerosos templos dedicados a Venus, más ninguno consagrado al amor legítimo entre los esposos. En Atenas y otras ciudades se realizaba, una vez por año, una procesión en la cual era llevada una enorme escultura fálica. Hombres y mujeres recorrían las calles cantando, saltando y danzando en torno a ese ídolo.


Opresión de la mujer


La honra femenina se veía además lesionada por la costumbre de la poligamia, generalizada en muchas regiones, aunque había lugares en donde estaba también en vigor la poliandria[6]. Igualmente degradante era el incesto, muy común en Persia[7], y también en Grecia[8].


En la India, entre las crueles prácticas milenarias del paganismo, la costumbre exigía que la viuda fuese quemada junto con el cadáver de su marido[9].


El Código de Hammurabi está repleto de normas que reflejan el estado de opresión de la mujer en las civilizaciones antiguas, la cual muchas veces era castigada con la muerte, la esclavitud o el repudio[10].


Incluso en Roma y en Grecia, las leyes antiguas eran inicuas en relación a la mujer[11], y hasta personas como el austero Catón favorecían graves injusticias a ese propósito[12]. En el caso de Atenas, para obviar de algún modo la parcialidad en el trato dado a las hijas, la ley incurría en una aberración aún mayor, al incentivar el incesto para resolver problemas de herencia[13], llegando a imponer la destrucción de dos hogares ya constituidos, si fuese necesario[14].


En Roma, en la época en que la Buena Nueva de Jesucristo ya estaba siendo anunciada, la institución de la familia se encontraba en una crisis profunda. El aborto y el abandono de niños llegaban a proporciones espantosas. La natalidad disminuía. Los hombres ricos preferían mantenerse solteros y rodearse de innumerables esclavas a someterse a los incómodos del matrimonio[15].


La situación de los niños ante el Estado todopoderoso


En Grecia y en Roma no existía la libertad individual que sus admiradores divulgan: el ciudadano vivía en función del Estado. En la República, el propio Platón promovía un Estado todopoderoso, e incluso Aristóteles lo consideraba como el ideal supremo[16].


La familia grecorromana era totalitaria bajo ciertos aspectos. Por ejemplo, el Derecho Romano daba un poder dictatorial al pater familias[17]. En Grecia regían leyes semejantes. El padre tenía derecho a rechazar a su hijo recién nacido, o a venderlo como esclavo [18]. También podía condenar a la pena de muerte a su esposa, a su hijo, a su hija, o a cualquier habitante de su casa, y ejecutar sin demora la sentencia; las autoridades del Estado no interferían [19].


En Esparta, comenta Coulanges, “el Estado tenía el derecho de no tolerar que sus ciudadanos fuesen deformes o mal constituidos. Por eso, ordenaba al padre, al cual naciese un hijo en esa situación, que lo hiciese morir” [20]. Según el mismo autor, esa ley se encontraba igualmente en los antiguos códigos de Roma. Hasta Aristóteles y Platón incluyeron esa práctica en sus propuestas de legislación.


En Cartago y en Fenicia, niños eran ofrecidos en sacrificio a los ídolos; en Roma y en Grecia eran utilizados en ritos de adivinación [21]. En varios lugares, niños y adolescentes podían ser condenados a muerte por un delito cometido por el padre [22].


El Estado, al mismo tiempo que daba al padre un poder ilimitado dentro de su casa, lo restringía tiránicamente en la educación de los hijos. Para los griegos, el Estado era el maestro absoluto de la educación y Platón lo justifica, pues, dice: “los padres no deben tener la libertad de enviar o de no enviar a sus hijos a los maestros que la ciudad escoja, porque los niños son menos de su padres que de la ciudad”[23]. El Estado consideraba como pertenencia suya el cuerpo y el alma de cada ciudadano, y asumía al niño cuando éste cumplía los siete años de edad[24].


Impía y difundida esclavitud


La esclavitud era una institución tan común en el mundo antiguo que los esclavos solían ser la mayoría de la población. En Roma, en el tiempo de Augusto, más de un tercio de la población era compuesta por ellos [25].


El dueño de un esclavo tenía sobre él un derecho completo. Un esclavo no era considerado hombre; era una cosa, “res mancipi [26]. El dueño tenía el derecho de cohabitar con la mujer del esclavo sin cometer adulterio y además, disponer de los hijos de él; y si lo hiriese o matase no cometía ningún delito [27].


En la ley romana había cláusulas relativas a los esclavos que daban ocasión a grandes crueldades. En el tiempo de Nerón, por ejemplo, un alto magistrado fue asesinado por uno de sus esclavos. “El Senado, después de una prolongada discusión, decidió aplicar a todos los siervos de la casa la vieja ley que condenaba al suplicio de la cruz a todos los esclavos que no hubiesen sabido proteger a su señor. Ante esta terrible sentencia, hubo tales protestas populares que los 400 condenados tuvieron que ser ejecutados bajo la custodia del ejército” [28].


Siempre hubo uno que otro propietario de esclavos que trataba a sus siervos con humanidad o – más raramente — con respeto; sin embargo, sería una gran ingenuidad pensar que esa era la actitud habitual.

(Se compartirá el resto del informe en las próximas publicaciones)

martes, 20 de abril de 2010

CONVOCATORIA EN DEFENSA DEL MATRIMONIO

FVF - Foro de la Vida y la Familia

El Foro de la Vida y la Familia adhiere y participará de la convocatoria organizada por la Diputada Cynthia Hotton. “Vamos a defender el derecho de los niños a tener un papá y una mamá”.

El jueves pasado se aprobó en Comisiones el dictamen del proyecto que pretende dar luz verde al casamiento entre personas del mismo sexo, legalizando también la adopción para parejas constituidas de esta forma. Por este motivo, la diputada Cynthia Hotton convocó a los ciudadanos a expresarse a través de una movilización que se realizará mañana, martes 20, a las 19hs en la Avenida Rivadavia entre Callao y Riobamba.

“Queremos que cada niño adoptado tenga un papá y una mamá. Será un acto a favor de los VALORES que defendemos para nuestro país. Vamos a ser miles y miles los argentinos que digamos no al matrimonio homosexual con adopción. Los chicos adoptados merecen un papá y una mamá”. Reiteró la diputada Hotton.

La legisladora informó que “se espera una asistencia de 7 mil personas”. A la convocatoria ya adhirieron “diferentes organizaciones y ciudadanos auto convocados que arribarán a Capital Federal transportados en más de cien micros de todo el país”.

Defenderemos el Matrimonio como base de la Familia y de la Sociedad, unión íntima y libre entre un hombre y una mujer, que es el lugar propicio donde la Vida es transmitida, recibida y protegida. "La Vida y la Familia Pilares de Nuestra Sociedad".


Si de derechos se trata, que se reglamente la unión civil para personas del mismo sexo. No todo es lo mismo, no todo es un matrimonio. FVF.


Martes 20 de abril a las 19:00 hs - Congreso de la Nación


www.forovidafamilia.com.ar

forovidafamilia@gmail.com

sábado, 17 de abril de 2010

“AGRUPACION CASTELLANI”

AGRUPACION UNIVERSITARIA CATOLICA

“Padre Leonardo Castellani”

Invita a conferencia en homenaje a los que dieron su vida POR DIOS Y POR LA PATRIA

Hablaran el Dr. Mario Meneghini y un ex combatiente.

Sábado 17 de Abril 17,30 hs CENTRO APOSTOLICO SANTO DOMINGO

Vélez Sarsfield 32

Córdoba

Se agradece difusión

Por DIOS y por la Patria

“AGRUPACION CASTELLANI”

lunes, 12 de abril de 2010

LA CONGREGACIÓN MATER DEI CONSTRUIRÁ SU PRIMER CONVENTO EN VILLA MERCEDES

La obra de 950 metros cuadrados se ejecuta con donaciones, los fieles del barrio Tres Esquinas aportan tiempo, dinero y materiales. Tendrá habitaciones para las hermanas y aulas para dar catequesis.


Para construir el primer convento de Villa Mercedes, las hermanas de la congregación Mater Dei realizan una colecta de materiales. También piden a los fieles que las acompañen con sus oraciones. El edificio, que tendrá 950 metros cuadrados, estará ubicado en el barrio Tres Esquinas. Allí vivirán y realizarán tareas apostólicas. “Nosotros decimos que va haber poco dinero, pero muchos milagros”, dijo superiora local del Instituto, Madre Adriana Mallol.


“Es algo que hemos deseado desde hace mucho tiempo y el Señor nos va a dar este regalo. Esta semana empezamos a construir nuestro convento en la intersección de las calles Miguel B. Pastor y Vinuesa, muy cerca del cementerio municipal. El proyecto está dividido en dos etapas, es grande porque en total tendría 950 metros cuadrados. Vamos a comenzar la primera etapa que es donde vamos a vivir nosotras para poder mudarnos”, dijo la superiora.


La primera etapa comprende la edificación de las celdas para las hermanas, el comedor, la cocina y una capilla de 5 metros de ancho por 12 de largo. Una segunda fase incluiría un sector habilitado para la recepción de huéspedes y visitas y aulas para el dictado de clases para las hermanas y catecismo.