jueves, 8 de diciembre de 2011

CARDENAL ROUCO: INMACULADA ADVIERTE SOBRE LA NECESIDAD DE RECUPERAR CONCIENCIA DEL PECADO

El Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela, destacó que la Virgen Inmaculada, cuya festividad se ha celebrado este miércoles en la vigilia de la Catedral de La Almudena, advierte "en estos momentos críticos de tanto sufrimiento e incertidumbre de la grave necesidad de recuperar la conciencia del pecado".


"Resulta una pura ilusión, cuando no un alarde de vana soberbia, pretender que entre la actual crisis económica y social y la negación persistente y despectiva de sus raíces morales y religiosas no haya ninguna relación de causa y efecto", argumentó el Cardenal Rouco Varela en su homilía.

El Cardenal recordó que en María Inmaculada "queda vencido el pecado en su origen" desde el principio de su existencia, lo que obliga al cristiano a tener presente que "vencer el pecado es la condición primera e inexcusable para acertar en el camino de la vida".


"No habría peor engaño", continuó, "que el de afirmar que no se necesita ningún proceso de reforma ética y espiritual de la conciencia personal y de la opinión pública".

En este sentido, puso como ejemplo las confesiones de miles de jóvenes participantes en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) celebrada en Madrid por reconocer públicamente su condición de pecadores, "el origen de sus más graves e íntimos problemas".

En la necesidad de "dejarse encontrar con Cristo", el Purpurado señaló que los jóvenes de la JMJ "acertaron" al mostrar con sus confesiones que la solución es "el perdón, la misericordia y el amor a Jesucristo". "La Fiesta del Perdón en el Retiro", dijo, "fue una de sus expresiones más hermosas".

Antes de esto, recordó las palabras del Papa Benedicto XVI para advertir del riesgo de la "exaltación del súper hombre" alejado de Dios, "acentuado en las últimas décadas por un imperio intelectual del relativismo moral sin fronteras", algo que conectó con la "frustración afectiva, depresión frecuente, pasotismo derrotista, rupturas familiares, fracaso de los estudios, desempleo, miedo a los vínculos estables o huida de la paternidad y de la maternidad".

"España, defensora de la verdad de su Inmaculada"

El Cardenal reclamó que la vigilia de la oración y adoración en la víspera de la festividad de la Inmaculada Concepción sea vivida como "un nuevo y providencial momento para renovar vigorosa y vibrantemente el 'Sí' a Jesucristo de aquellos días vigorosos del pasado agosto --en referencia a la JMJ-- respondiendo con un nuevo y reforzado vigor a la llamada del Santo Padre a la nueva evangelización de los jóvenes de Madrid y de toda España".

"De toda España", apuntó el Cardenal Rouco Varela antes de insistir, "¡de España!, defensora constante e infatigable de la verdad de su Inmaculada Concepción, siglo y siglos, hasta la Declaración Dogmática del 8 de diciembre de 1854".

"¡Sí a Cristo por María! ¡Sí a la Nueva Evangelización que el Santo Padre nos encarga y nos propone!", concluyó.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO. QUEREMOS QUE CRISTO REINE SOBRE NOSOTROS

Hoy celebramos en la Iglesia Católica la solemnidad litúrgica de Jesucristo, Rey del universo. Termina así el Año litúrgico y en seguida se inicia de nuevo con el Adviento. Y hoy también, 20 de noviembre de 2011, en España celebramos las elecciones nacionales para decidir las autoridades políticas en el Congreso y el Senado. Hago con esta ocasión unas consideraciones breves, pues ya sobre Católicos y política en este mismo blog he escrito una serie de artículos bastante amplia (95-125).
 
En relación a Dios y a su Cristo hay dos mundos enfrentados. El Vaticano II nos lo recuerda: «a través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los orígenes del mundo, durará, como dice el Señor, hasta el día final» (Gaudium et spes 37). Y no es muy difícil llegar a discernir quiénes están por el lado de las tinieblas y quiénes por el mundo de la luz.
Sin Dios: «no queremos que Él reine sobre nosotros» (Lc 19,14). Es el planteamiento del liberalismo y de todos sus hijos, como por ejemplo el socialismo, el comunismo, las partitocracias modernas y las dictaduras personalistas o de partidos. En ese mundo mental se cree que solamente cuando los hombres se gobiernan sin dependencia alguna de Dios –y de Cristo–, y del orden natural, alcanzan la libertad. La libertad humana solamente es libre cuando es totalmente auto-noma, es decir, cuando es única norma-de-sí-misma.
Este mundo, como dice San Pío X, piensa que «la razón humana, sin tener en cuenta para nada a Dios, es el único árbitro de lo verdadero y de lo falso, del bien y del mal; es ley de sí misma; y bastan sus fuerzas naturales para procurar el bien de los hombres y de los pueblos» (Syllabus 1864, 3). Puede considerar el aborto como «un derecho» y la unión entre homosexuales como «un matrimonio», etc. Puede decidir y hacer lo que se le antoje, destruyendo así las naciones, falsificando su historia, quitándoles su identidad nacional, rompiendo en trozos su unidad, acabándolas incluso demográficamente, corrompiendo su vida económica, embruteciéndolas con normas educativas perversas, etc. El Estado, pisoteando en todo el principio de subsidiariedad, se hace una Bestia apocalíptica que todo lo sujeta a su imperio para malearlo: la educación y la sanidad, las leyes, los medios de comunicación, las instituciones. La Bestia ayuda y financia a los suyos, a los que aceptan en la frente y en la mano su sello, y oprime y asfixia a aquellos que la resisten en el nombre de Jesús (Apoc 12-13).
Con Dios: «es necesario que Cristo reine» (1Cor 15,25); y por eso los cristianos queremos «instaurar todas las cosas en Cristo» (Ef 1,10). Diariamente, con una esperanza invencible, oramos los cristianos desde hace veinte siglos, «ven, Señor Jesús. Venga a nosotros tu Reino». ¿Y cómo pretendemos llevar adelante nuestro intento? Por la evangelización de los hombres y de los pueblos, por la iluminación en Cristo del pensamiento, del arte, de la cultura, de la educación. Por el combate contra las mentiras y las corrupciones. Por la acción política directa. Como es bien sabido, el Concilio Vaticano II exhortó con especial fuerza a los laicos cristianos para que con la fuerza de Cristo se empeñaran en transformar «las realidades temporales» del mundo.
Los cristianos laicos están llamados a «evangelizar y saturar de espíritu evangélico el orden temporal, de modo que su actividad en este orden sea claro testimonio de Cristo y sirva para la salvación de los hombres» (Apostolicam actuositatem 2). «Hay que instaurar el orden temporal de tal forma que, salvando íntegramente sus propias leyes, se ajuste a los principios superiores de la vida cristiana» (7). «A la conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena» (Gaudium et spes 43).
Sin embargo, es patente que, al menos en las naciones de antigua filiación cristiana, la desmovilización de los laicos en la actividad política es prácticamente total. Y que desde el siglo IV nunca el influjo del pueblo católico ha sido menor en la configuración del mundo social y político. Este fenómeno, que ha de considerarse tremendamente negativo, nada tiene que ver con el Concilio Vaticano II. Justificar la total desmovilización de los cristianos en la acción política atribuyéndola a las orientaciones del Concilio solo es posible con una desfachatez enorme. No es eso en modo alguno lo que enseñó y quiso el Concilio.
El Vaticano II quiso que «los laicos coordinen sus fuerzas para sanear las estructuras y los ambientes del mundo cuando inciten al pecado, de manera que todas las cosas sean conformes a las normas de la justicia y más bien favorezcan que obstaculicen la práctica de las virtudes» (Apostolicam actuositatem 7). Las Autoridades eclesiásticas y los líderes laicos empeñados en que no se coordinen los cristianos en orden a la acción política actúan en contra de la voluntad de la Iglesia, expresada largamente en su doctrina.
La Iglesia quiere hoy, como siempre, que Cristo sea reconocido como Rey y Salvador, y que todos los hombres y naciones caminen a su luz. No va a procurarlo tratando de imponer el Reino en las sociedades de forma violenta. Para el pueblo cristiano no se trata hoy de batallas armadas, como las grandes y gloriosas victorias de Poitiers, las Navas de Tolosa, Lepanto. Se trata hoy de que los «laicos coordinen sus fuerzas» para procurar el Reinado de Dios en combates espirituales y apostólicos, ideológicos y políticos. Y políticos, sí. Han de ayudarse y promocionarse empeños llenos de amor a la nación, de abnegación y de esperanza. Intentos bien organizados, que ponen los medios necesarios para alcanzar los fines pretendidos. Existen hoy, pocos y mínimos, algunos de estos intentos, pero sin un apoyo claro y fuerte de la Iglesia no tienen ninguna posibilidad de ir adelante.
 
La Santa Iglesia, Mater et magistra, sabe perfectamente que sin-Cristo o contra-Cristo ni el hombre ni las naciones pueden conseguir la salvación ni en este mundo ni en el otro. Benedicto XVI, recientemente (18-VIII-2010), afirmaba que «el Pontificado de San Pío X ha dejado un signo indeleble en la historia de la Iglesia, caracterizado por un notable esfuerzo de reforma, sintetizada en su lema Instaurare Omnia in Christo, renovar todas las cosas en Cristo». Omnia: también por supuesto la vida cultural, social y política.
 
Hoy en España vencen en la vida política los que quieren realizarla sin ninguna sujeción a Dios. Ni siquiera su santo Nombre puede ser pronunciado públicamente en el campo político, y menos aún el de Jesucristo. Hoy se proclaman diputados, senadores y gobernantes aquellos que creen que un régimen político debe buscar el bien común –la paz, la unidad, la prosperidad– sin referencia alguna pública a Dios, a Cristo y al orden moral natural. Esa vinculación con Dios, si se da, debe tener únicamente una condición privada y personal.
 
Hoy la Iglesia en España y en todo el mundo celebra en su liturgia a Jesucristo como Rey del universo. A él le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Ya recién nacido Jesús, Dios le ha concedido un Reino que no tendrá fin. Su reinado es un reinado perpetuo, su gobierno va de edad en edad. El es el primogénito de toda criatura, pues todo ha sido creado por Él y para Él, y todo subsiste en Él. Es el príncipe de los reyes de la tierra y nos ha convertido en un reino para Dios, su Padre. Todos los pueblos vendrán finalmente a postrarse en su presencia. Y entonces Dios será todo en todas las cosas. Amén, amén, amén.
 
José María Iraburu, sacerdote

sábado, 19 de noviembre de 2011

domingo, 11 de septiembre de 2011

MORTIFICACIÓN



En dos artículos trataremos primero de ella en general y luego más en particular de las penitencias corporales; porque en estas últimas es muy fácil cometer yerros de trascendencia y no siem­pre tan remediables a tiempo, que no perduren los daños aun toda la vida.
I. Mortificación en general. - Qué es. - Materia. - Razones. - Reglas generales. - Método.
1. Mortificación es matar o amortiguar en nosotros lo que se opone a la gracia; ya inclinándonos al mal ya dificultando y aun estorbando la perfección.
2. Su materia es tan amplia y varia que no es tan hacedero reducirla a catálogo breve: porque es la lucha contra pecados y faltas para destruirlas; contra los defectos para corregirlos y aun arrancarlos ; contra las inclinaciones y tendencias desorde­nadas para regirlas, atemperarlas y enderezarlas; contra nuestros sentidos interiores y exteriores, para quitar o amenguar en lo po­sible, lo que entrando por ellos, fomenta las pasiones o dificulta el fervor.
3. Razones. Los pecados y faltas ofenden y desagradan a Dios; sobre la enmienda, claman la restauración del orden y de la gloria de Dios con el castigo voluntario y la renuncia a lo lícito: - los defectos, naturales o adquiridos, sombrean la perfec­ción, hieren la caridad, deslucen el buen ejemplo, nos hacen menos aptos para el celo; hay, pues, que corregirlos y en lo posi­ble destruirlos: - las inclinaciones y tendencias desordenadas son rémora para el bien, incentivo para el mal, lastre de tibieza, nieblas del entendimiento, seducción de la voluntad; hay, pues, que apagar sus fuegos, frenar sus ímpetus y encauzarlos de sus des­caminos; - los sentidos son los ventanales por donde se derrama el alma al exterior y por donde escalan las potencias los atrac­tivos mundanos y carnales; es menester custodiarlos para no hallarnos con el enemigo entrado a traición.
4. Así, pues, la mortificación evita la ocasión, defiende y más fácilmente de pecados y faltas, satisface a la justicia divina, pre­serva de tentaciones y amengua su violencia, ahuyenta al demonio, desarrolla y afianza las virtudes, alimenta y sostiene el fervor, acrecienta el mérito, da pábulo a la caridad, es condición para seguir a Cristo («si quis vult post me venire...»), nos asemeja a Cristo Don el «Semper mortificationem Jesu in corpore nostro circumferentes».

5. Reglas generales.

1. Cumplir las obligaciones de todo cristiano (ayunos, abstinencias...) ; las que trae la Providencia (enfermedades, privaciones...), las que envuelven las obligacio­nes del propio estado (trabajo, estudio, educación de los hijos...).
2. Añadir las voluntarias que piden nuestras necesidades es­pirituales.
3. No ponerse a lo que daña a la salud, impide hacer bien lo que hay que hacer, exige esfuerzo o concentración que no se puede prolongar sin daño de la salud, sin perjuicio de las ocupaciones debidas, sin pérdida de la paz interior y de esa cierta hol­gura necesaria para perseverar.
4. De la norma anterior, que impone la prudencia y expe­riencia, no se debe salir sin vocación y gracia especial de Dios, bien examinada y espontáneamente aprobada por director pru­dente y experimentado.

6. Método

1. Hacer penetrarse de la importancia y necesi­dad de la mortificación.
2. Hacerla atractiva Con el ejemplo de Jesucristo y de los Santos.
3. Unir a Cada mortificación, una intención particular: verbi­gracia, para expiar tal falta, para acompañar a Jesús en tal paso, para impetrar tal gracia, etc.
4. Dar a meditar sentencias escogidas de la Sagrada Escritu­ra y Padres y Santos.
 
II. Penitencias corporales.- Fines. - Ventajas. - Límites. - Peligros. - Normas para el sueño. - Para la mesa.  - Para las asperezas. - Para las posturas. - Precauciones contra el fervor indiscreto. - Notas prácticas para el director.

7. Fines. Tres principales señala S. IGNACIO en los Ejercicios n.° 87: satisfacer por las culpas pasadas - domar las pasio­nes – alcanzar de Dios alguna gracia particular que se desea.

8. Ventajas. Además de las que indican esos fines, muestran buena voluntad que no queda en deseos y palabras; asocian a Cristo en sus dolores; - dan  más eficacia a la oración («Bona est oratio cum jejunio»); humillan, etc.
9. Limites. Señala S. IGNACIO tres,  que no se corrom­pa el sujeto, es decir, que no quede debilitado para su oficio, ocupaciones debidas y obligaciones, núm. 83, 84; 2.°, que no se siga enfermedad notable, núm. 83, 84, 86; 3.°, la - adaptación a la gracia, que en unos quiere más y en otros menos, núm. 89, 213.
10. Peligros. En las excesivas, son los principales:
1. No poder bien con lo que exige su estado y obligaciones.
2. Acarrearse enfermedad por su culpa.
3. Abreviar la vida sin justo motivo ni prudencia.
4. Caer luego en lo contrario, cuidando en demasía al cuerpo.
5. No aplicarse bien a lo espiritual, al principio por falta de fuerzas, y luego por falta de fervor.
6. Soberbia muy general en quienes se dan a penitencias imprudentes.
7. Fiarse de sí.
8. Juzgar a los demás.
9. Dureza de juicio y terquedad de voluntad, aun contra la obediencia.
10. Sensualidad, que empieza so color de rehacer las fuerzas.
11. Perder muchas gracias, que las ahuyentan por contra­venir en sus penitencias, a lo que en ellos quiere la gracia misa a de Dios.
12. Espantar al principio con el exceso y escandalizar al final con la caída.


11. Normas Estos peligros imponen al director saber muy bien lo que permite y lo que aconseja. La cosa no es siempre obvia y en casos ni ocurre pensar en ciertos peligros, si de antemano, no está uno sobre aviso; porque bastantes cosas no las suelen saber por su carrera los directores. Por eso daremos aquí lo más necesario sobre las clases principales de penitencias corporales y mirando, ante todo a los que más suelen peligrar por indiscre­ción en ellas, a gente joven de vida fervorosa y dedicada a traba­jos mentales intensos.
 

12. Normas para el sueño. De los 12 años para arriba, el sueño normalmente necesario es, según los médicos, de 8 horas. Acortarlo es peligroso para la salud en la época del desarrollo, que no termina del todo hasta los 30 años y es fatal cuando se junta el desarrollo con trabajo mental intenso, mucho más si se añade el de vida interior fervorosa. Por tanto:
 a) No se permi­ta penitencia en la duración del sueño sino a gente robusta, pocos días, distanciados y poca disminución cada vez.
Aun con el sueño normal, sólo naturalezas fuertes resisten una carrera larga de estudio seguido e intensivo: menos son las que pue­den sobrellevar a la vez que esos estudios, una vida interior intensa y seguida.
 

13. b) En cuanto al modo, no se permita dormir en el suelo; es peligroso por la humedad, por el frío y calor excesivos, Por los insectos, por la falta de oxigeno para la respiración, porque en habitaciones se concentra el ácido carbónico de la respiración. en las capas inferiores y no basta para este fin tener abierta la ventana, si además no hay ventilación inferior.
c) Cama dura de tabla, etc., es más fácil aguantarla sin que­branto del sueño necesario; pero no es prudente insistir en las pruebas si pasa tiempo y no se hace a dormir con la dureza, como también es imprudente llevar muy seguidos los días de ensayo, si duerme poco tiempo por ello. (1).

14. Normas para la mesa
a) No beber en las comidas por mortificar la sed, es perjudicial a la salud. Beba sin prisa, tarde algo en beber, no tome ni mucho seguido ni con exceso, porque tan poco sano y mortificado es lo uno como lo otro.
b) Un poco vino en las comidas, le es normalmente necesario a gente de trabajo mental intenso, que por lo mismo tiene que alimentarse bien y anda con poco ejercicio muscular y poco cambio de ambiente. Hay, pues, que ser muy escaso en permitirles la penitencia de dejar con frecuencia el vino.

(1) Algunos datos que conviene conocer y tener presentes para saber moderar las penitencias y especialmente la del sueño: el estudio desgasta tres veces más que el trabajo muscular y la vida interior la mitad más que el estudio: en un seminarista fervoroso, en un religioso, etc., se reúnen' ambos esfuerzos intensos, seguidos, en pleno desarrollo físico.
Tanto el desgaste del estudio como el de la vida interior, van principalmente a costa del sistema nervioso y singularmente del cerebro.

El cerebro es una radio – emisora, la cual, en salud, nunca cesa totalmente de emitir; despliega su actividad mayor, cuando se pone alerta la atención, cual la exigen el estudio y la vida interior intensa; en el sueño profundo da las ondas más distanciadas y largas. Sólo el sueño profundo da descanso completo al cerebro para que se rehagan sus células de materia nueva y se repongan las energías eléctricas que gasta la emisora.
Lo que desgasta terriblemente al cerebro, es mantener simultáneamente dos centros de atención: si son ambos conciertes, en poco tiempo le dejan rendido; si es sólo semiconsciente uno de ellos, tarda más en sentirse la fa­tiga agotadora, pero agota. De ahí en gran parte, el agotamiento que pro­ducen los, exámenes fuertes y decisivos. La potencia de trabajo mental tiene un bajón grande en invierno (para chicos Enero y Febrero, para chicas Diciembre y Enero). Tiene otro más grande en verano (para todos Julio y Agosto). En esos meses hay que aliviar el trabajo mental e interior: aun con mucho esfuerzo, cunde poco. Exáme­nes fuertes en esos meses son muy expuestos a quebrar cabezas. Hay que moderar muy mucho en esos tiempos las penitencias, sobre todo en sueño y alimento.
Mientras el desgaste no llega en las células cerebrales a romper su rede­cilla tubular interna, tiene remedio (tanto más difícil cuanto sea mayor, su adelgazamiento y distensión); producida la rotura, no se sana ya natural­mente en toda la vida.


15. e) Fácilmente piensan los jóvenes que la fruta, es mero regalo; pero es necesaria para la salud y no sólo por las vitami­nas. Dígase otro tanto de la verdura fresca. Por lo mismo no es saludable privarse, a menudo ni por largo tiempo de estas cosas.

d) Con la carne tampoco se les debe autorizar el suprimirla ni con frecuencia ni temporadas, a gente de estudio intenso sobre todo y vida interior intensa (1). A éstos les es más necesaria su dosis de carne.
Mejor que en la cantidad es mortificarse en la calidad y dejando la cantidad conveniente al, sujeto, comer algo menos de la que gusta más y algo más de lo que gusta menos, con tal que no siente mal. Más dominio exige esto, que el no probar lo que gusta.
 

16. e) En la cantidad de la comida, hay mucha variedad, según los temperamentos, climas, base de alimentación, clase de trabajo y costumbre. A estos elementos naturales, se añaden las variedades de la gracia, que no son menores, ya que en unos pide más abstinencia, en otros poca, en otros reclama cierta abundancia moderada y hasta exquisitez (2).
Por eso hay que mirar mucho todo, antes de aprobar peni­tencias habituales o frecuentes en la cantidad de la comida. SAN IGNACIO aconseja no se cercene de lo conveniente y en caso de duda que se ensaye, alternando unos días con más y otros cuan­tos seguidos con menos para, probando así y encomendándolo a Dios, acertar con el medio conveniente. Esta prudencia es más necesaria con jóvenes en pleno desarrollo y con cargas mentales fuertes (3).

(1) Contra esas modas necias y propagandas artificiales, téngase presente qué no está hecho el intestino humano ni para régimen vegetariano puro (es en proporción mucho más corto que el de los herbívoros), ni para régimen de carne sola (es mucho más largo que el de los meramente carnívoros); sino para régimen mixto.

(2) SAN IGNACIO llama la atención sobre esto en los directorios; véase también ADRIANUS DE ADRIANIS y la misma Sagrada Escritura, v. gr. en la profecía de Isaac.
(3) Téngase en cuenta que durante el desarrollo, tiene el organismo algo así como dos despensas: una para el gasto diario de trabajo, etc.; otra para recursos del desarrollo. En esos tiempos, si se agota la despensa del día, lo toma de la otra y, de momento, no se nota la falta; pero cuando se nota, no tiene ya remedio tan fácil y hartas veces queda ya truncado el desarrollo, con sus fatales consecuencias para toda la vida. Poco se preocupan de esto los jóvenes fervorosos: hay que pensarlo por ellos y ser muy prudente en
las penitencias que se les permiten tanto en sueño como en alimentación.

Acabado el desarrollo, se queda el organismo con una sola despensa y es más fácil notar la falta de alimento pronto y a tiempo: lo cual no quiere decir que se puedan hacer impunemente disparates e imprudencias ni a la larga ni por breve tiempo en sazón de sobrecarga en el trabajo y menos en naturales poco robustos. Con estas advertencias delante, no es difícil conocer lo normalmente conveniente y prevenirse ante trabajos extraordinarios.
17. Normas para las asperezas
a) En disciplinas, cilicios, etcétera, hay exceso, si rompen la piel y sacan suero, mucho más si sacan sangre, y envuelven además peligro de infecciones que penetran rápidamente en la sangre.
b) Cilicios, cuerdas, etc., que por apretados estorban la circu­lación normal de la sangre, son buena receta para varices y sus consecuencias en todos, y más en los gruesos y en los que han de pasar mucho tiempo de pie, quietos.
c) Hay temperamentos síquicos en los cuales, el mero hecho de tomar disciplina levanta tentaciones violentas o persistentes de la carne: es claro que a los tales no se les debe permitir la disciplina (1)

18. Normas para las posturas
a) Estar de rodillas con el cuerpo al aire, sin apoyo alguno, es fatal en personas de vida se­dentaria: les viene al galope la hernia.
Porque tienen los tales muy flojos los músculos del vientre y como en tal postura carga sobre ellos el esfuerzo para mantener el cuerpo en equilibrio, no le resisten y se relajan. Basta un punto de Apoyo v. gr. en las manos, para evitar ese peligro. Otro tanto y con harta más razón hay que decir del andar de rodillas sin otro apoyo.
b) Estar sentado sin aprovechar el respaldo, es dañoso para el pecho: y a jóvenes, más si son estrechos de pecho, débiles, etc.,. ni por brevísimo tiempo se les ha de permitir, porque favorece a la tuberculosis mucho.
A estos hay que prohibirles llevar el pecho contraído ni estrechado, antes hay que mandarles gimnasia especial que desarrolle el pecho. 

19. Precauciones contra el fervor indiscreto
a) A los prin­cipiantes, es elemental no darles rienda suelta, porque no tienen
(1) Tomar por modo de penitencia el trabajo rudo corporal o el ejercicio físico hasta la fatiga en pasear, jugar, etc., se puede, con tal que no pase el cansancio del sistema muscular, porque así es sano y se rehacen las fuerzas con el apetito y el sueño más reparador: pero guárdese bien de que pase el cansancio al sistema nervioso: porque entonces, en vez de apetito y sueño, causa lo contrario y el daño a la salud es evidente ,y hasta agotador si llega a fatiga; cosa más perjudicial aún en naturalezas débiles y en las nerviosas.
Ni experiencia ni discreción y más cuanto más jóvenes, Hay que estar muy a la mira en sus fervores, atarlos corto, y no condes­cender con planes trazados en los primeros consuelos y entusias­mos y que luego agotan las fuerzas del cuerpo y del espíritu y aplanan. No se les permita sino lo que pueden llevar con holgura y sin gracias especiales.

b) En las penitencias, como en todo, no se puede normal­mente ni a la larga, lo que concentrando todas las energías, pode­mos por breve tiempo. Esos esfuerzos extraordinarios sólo pue­den ser pasajeros y hay que reservarlos para casos' extraordina­rios y pasajeros. (S. BENITO no se revolcó sobre zarzas todos los días, sino únicamente en aquélla tentación violentísima, etc.) 
20. c) Muchas cosas, en las penitencias como en todo, no se pueden, sino con gracias extraordinarias: las cuales no sé deben presumir, antes hay que haberlas recibido de Dios o en sí .mismas o en señales claras de que las dará. Querer, sin esas gra­cias de los Santos, hacer lo que con ellas hicieron los Santos, es - pura temeridad, cuando no soberbia pura: sus consecuencias son siempre desastrosas para la salud, más desastrosas para la pro­pia alma y para los prójimos por el espanto inicial y el escándalo final que causan.
d) No se tomen fervores de principiante por promesas de gracias extraordinarias, ni en orden a penitencias, ni en ningún orden. Son cosa de cada día tales ilusiones en principiantes y aun en no principiantes. Hay que ver primero esas gracias en puntos no dañosos ni a la salud, ni al alma ni a la vocación ni al espí­ritu de su vocación. No yerra ni desagrada a Dios el director por oponerse, hasta asegurarse de tales gracias; y acierta y agrada a Dios el dirigido obedeciendo y sólo obedeciendo.

21. e) Debe regirnos en las penitencias, como en todo, la prudencia iluminada por la fe y la experiencia; NI ES LICITO SALIRNOS DE ELLA, sino cuando claramente pide otra cosa la gra­cia. Si, con gracias especiales, pide otra cosa Dios, EL mismo responde del resultado y ejemplos abundantes hay de ello en todos los tiempos: pero antes de seguir tales gracias, hay que tener plena garantía de que son de Dios y piden esas penitencias. Tan dañoso es errar en lo uno como en lo otro.

f) Hasta los Santos cometieron imprudencias y las cometen, sobre todo en los comienzos de su vida santa: a veces por igno­rancia inculpable, a veces por error de buena fe y creyendo siguen así la voluntad de Dios. Más tarde los va corrigiendo la luz di­vina en socorro de su ignorancia y buena voluntad. Pero nótese que no fueron ni son, santos por eso, sino a pesar de ello: nótese que NO PODEMOS IMITAR SUS ERRORES E IGNORANCIAS que en nosotros serían puras imprudencias y temeridades. Los PRINCIPIAN­TES INDISCRETOS,. PROPENDEN A TOMAR POR MODELO, PRECISAMENTE LO QUE NO DEBEN COPIAR DE LOS SANTOS. Precisamente los Santos más penitentes, son los que más imponen a sus súbditos mayor discreción en las penitencias corporales v. gr. S. BERNARDO Y S. IGNACIO.
 

22. g) Especial desconfianza y, por tanto, mayores garantías de la gracia se han de exigir, con tendencias que parecen de buena penitencia, pero no arman con la salud real del sujeto, con sus obligaciones, con el tenor de vida propio de su estado. S. IG­NACIO, bien escarmentado con la mala salud que le dejaron sus excesos penitentes de los primeros años santos, inculca a los jóvenes estudiantes, la prudente moderación durante sus estudios (1).
h) En sumo grado ha de crecer la desconfianza y la exigen­cia de garantías, cuando salen afuera las penitencias con singu­laridad llamativa. La obediencia contra su juicio y con humilla­ción, es buena señal de intención recta en el penitente, pero no, basta para tener por divinas las inspiraciones de esa penitencia.
i) Si, con las que parecen gracias especiales, tienden a mo­dificar, dentro del mismo Instituto, las normas del Fundador, no' hay que buscar garantías, porque es evidente el engaño con­tra la voluntad manifiesta de Dios.


23. Notas prácticas para el director
a) Penitencia, corpo­ral moderada, es parte de la higiene espiritual y se debe tener normalmente, salvo enfermedad que la impida. no toda enfer­medad la impide, si es moderada o se modera y adapta a la fermedad.
b) Para que la penitencia corporal llegue a cohibir directa­mente las pasiones por influjo físico, tiene que ser durísima: no se debe pretender tal efecto, a no ser por vía de sofrenadas ais­ladas en casos especialmente difíciles: lo demás pasa de impru­dencia y, si se prolonga o repite a corta distancia, pasa de te­meridad.  

24. c) En la mortificación exterior, prevéngase contra la vanagloria, la singularidad, la dureza de juicio y voluntad pro­pia. Aun sin estos excesos, son muy propensos los principiantes a juzgar a todos.
d) Escójanse preferentemente para cada uno, las que .más le ayuden contra sus pasiones y peligros: y váyase por grados de las menos a las más difíciles. (1) Carta a los estudiantes de Coimbra. Mon. Ign. ser. I, t. I, 504-507. Los criterios del Santo nos han servido de gula en este capitulo.


25. e) No .mandar penitencias algo fuertes, sin haberlas hecho antes desear y pedir: porque si no deprimen, cansan, has­tían y hacen concebir la vida espiritual demasiado austera y me­lancólica. (Esto aun suponiendo que las puedan con salud.)'
f) No, autorizar ninguna penitencia sin conocer sus efectos y mejor por experiencia propia. Sobre, todo niños y mujeres, dis­curren mil cosas que parecen muy sencillas; pero si las prueba uno antes, se halla que son a veces muy duras y aun irresistibles, si no es por poco tiempo: v. gr., rezar arrodillado sobre los dedos, poner una cuerda bajo las rodillas, etc.
g) Lo repetimos: mortificaciones que estorban hacer bien lo 'que se debe (oración, estudio, sueño, recreo...) no se han de per­mitir. Antes es la obligación y la primera penitencia esta obli­gación propia.
h) Lo repetimos: ni mandar ni permitir tal conjunto que exija excesiva atención, preocupación, tensión nerviosa,, esfuerzo exagerado o por violento o por prolongado. Rinde la salud, espe­cialmente la cabeza y nervios - impide hacer bien lo, demás - quita la paz y serenidad, tan necesaria para la virtud verda­dera - hace demasiado austera, difícil y triste la vida santa y
así desalienta: lo violento, no puede durar. 

26. i) No se olvide a propósito de b), e), h), que tanto la de­bilidad como la melancolía, inquietud y desaliento, derivan hacia lo sensual, especialmente en temperamentos primarios (nervio­sos, sanguíneos, coléricos y amorfos) según la clasificación de HEYMAN S (1).


(1) Véase FRÓBES, Tratado de Psicología y empírica. y experimental, 2.a ed. 11, 488-491.

QUE DIOS TE PERDONE...


Ya sabrás porque te llamo, … pero tenemos que hablar
porque yo, no aguanto más… y aparte vos sos mi hermano
no hay que lavarse las manos, ni habrá que esquivarle al bulto
sabes cuál es el asunto, … ya lo habíamos hablado.

Yo también estoy cansado de renegar todo el día
está hecho una porquería, siempre anda mal humorado
pasa las horas sentado, cerquita de la tranquera
y los que vienen de afuera dirán… está castigado.

Es papá, que está cargoso y dice que lo trato mal
hay que verlo rezongar, por cualquier cosa se enoja
rumbea pal sembrao de soja, y allá se pone a llorar
y si lo querés llamar, se hace el sordo y no contesta
te va arrugando la jeta y es capaz de pasar horas
que el viejo no te da bola, y así, … y así no se puede más.

Ahora me quiere ayudar a levantar la cosecha
le pedí que no se meta, porque al final… ya me estorba
se queda al lado de las tolvas y me mira medio raro
después revisa el ganado, me lava las pezoneras
me vació un curabicheras en un potro lastimado.
Y es por dejárselo a mano… ahora ya se lo escondí.

Siempre anda por allí caminando todo el día
cuando llega el mediodía, eso sí, es el primero en la mesa
y mi mujer la Teresa… ya no lo quiere ni ver
porque se pone a joder, que quiere pintar la pieza
ayudar con la limpieza, tener la casa ordenada
porque verla así arruinada, le causa mucha tristeza.

Yo no sé a qué se levanta a las tres de la mañana
como si fuera un fantasma, se me aparece en el tambo
y yo lo saco cagando, porque me empieza a estorbar
se me gana en el corral y me acomoda los tachos
me malcría a los muchachos… se me pone a conversar
y se empiezan a atrasar… la verdad… ¡ya no lo aguanto!

A veces me cansa tanto que no deje de joder
no tiene nada que hacer, se piensa que es un muchacho
quiere montar a caballo y recorrer las agüadas
se pone a arreglar pavadas… fuma… fuma que es un animal
ayer se puso a trenzar un lazo para mi hijo
y no sé lo que le dijo… que yo lo quería echar.

Yo ya lo estuve pensando y es así como te digo
lo llevamos a un asilo… que él allí estará mejor
lo pagamos entre los dos, nos ahorramos un problema
sabes de que hay enfermeras que bien lo saben cuidar
si mucho no va a aguantar… ya casi entró en los ochenta
si te gusta la propuesta… no hay mucho de que pensar…

- Espera… espera que ahora hablo yo- perdoname la franqueza
¿te acordás cuando Teresa parió en el medio del campo?
fue papá que entre sus brazos llevó tu mujer pal pueblo
había que comprarle remedios y vos no tenías trabajo
vendió sus botas y el lazo, el único que tenía
me pidió que no te diga, que el pobre quedó descalzo.

Acordate cuando un día se apareció en nuestro rancho
reclamando un par de chanchos, todita la policía
fue por una picardía, que vos te habías mandado
el tata fue y se hizo cargo diciendo, que él había sido
lo llevaron sometido, a un duro interrogatorio
se aguantó ese purgatorio, mientras estuvo detenido.

Y cuando mamá murió, quien fue el que tomó las riendas
almuerzo, cena y merienda, casi nunca nos faltó
nos enseñó educación y a pesar de su ignorancia
a la escuela… con tardanza… pero siempre nos mandó
un día le dije yo: de grande seré abogado
me apretó fuerte las manos y en la frente me besó.

Y que susto se pegó, cuando enfermo vos caíste
no recuerdo… que comiste, que te hizo vomitar
no había con que pagar a un doctor que te asistiera
te cargó en su jardinera y pal poblado rumbeó
y allá las puertas pateó de una vieja curandera
pa que pronto te atendiera, no sé con qué le pagó.

Toda la noche pasó sentao al lao de tu cama
pa que la fiebre bajara, a los santos suplicó
de rodillas se quedó y con unos trapos viejos
mojado sobre tu pecho… el viejo te acomodó
y le pidió al Tata Dios, que si algo te pasaba
por vos, su vida cambiaba, que le cumpla ese favor.

Te acordás cuando eras chico y te regaló el tobiano
no era para vos hermano, ese era para mí
pero lo vi tan feliz, cuando lo montaste en pelo
que te ofreció hasta su apero, para verte sonreír.

Lo que yo nunca entendí, porque a mí me dio un abrazo
diciéndome… mi muchacho, que bueno es que seas así!
Y hoy yo te escucho decir, de que el viejo es un inútil
él solo quiere ser útil, y no vivir de favor
si al final de la cuestión, todo el campo es de papá
y si él quiere trabajar, está en todo su derecho
no porque el hombre esté viejo, ha de ser que está demás
dejalo que ande nomás… que es un criollo bien hecho.

No sé si esto es lo mejor, y volviendo a nuestro tema
que si papá es el problema, dejá… me lo llevo yo
en casa estará mejor, es lo que él anda buscando
su nieto lo está esperando, pa robarle su calor
quiero darle tanto amor, como él nos dio a nosotros
yo no lo cambio por otro… la puta que los parió!

No sé si allá en la ciudad, él se ha de sentir a gusto
pa que no tenga un disgusto, se lo voy a preguntar
y si tengo que cambiar, mi casa en el poblado
y venirme pa estos lados, pa que el tata sea feliz
si viéndolo sonreír yo ya me doy por pagado
te juro, querido hermano, por él: ha de ser así!

Que es un anciano decís, querés llevarlo a un asilo
escucha lo que te digo, si es que tenés corazón
llegate hasta el corralón, allá está el viejo sentado
no digas nada… abrazalo… pedile sus bendiciones
y ya anda entrando en razones, antes de romper los lazos
que papá… que papá muere en mis brazos
Y a vos… que Dios te perdone.