Esta
fiesta mariana tiene su origen en la dedicación de una iglesia en
Jerusalén, pues la piedad cristiana siempre ha venerado a las personas y
acontecimientos que han preparado el nacimiento de Jesús. María ocupa
un lugar privilegiado, y su nacimiento es motivo de gozo profundo. En
esta basílica, que había de convertirse en la iglesia de Santa Ana
(siglo XII), san Juan Damasceno saludó a la Virgen niña: "Dios te salve,
Probática, santuario divino de la Madre de Dios … ¡Dios te salve,
María, dulcísima hija de Ana!". Aunque el Nuevo Testamento no reporta
datos directos sobre la vida de la Virgen María, una tradición oriental
veneró
su nacimiento desde mediados del siglo V, ubicándolo en el sitio de la
actual Basílica de "Santa Ana", en Jerusalén. La fiesta pasó a Roma en
el siglo VII y fue apoyada por el Papa Sergio I. Su fecha de celebración
no tiene un origen claro, pero motivó que la fiesta de "La Inmaculada
Concepción" se celebrara el 8 de diciembre (9 meses antes). El Papa Pío X
quitó esta celebración del grupo de las fiestas de precepto.
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