Leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica (CATIC): “El terrorismo, que amenaza, hiere y mata sin discriminación es gravemente contrario a la justicia y a la caridad”. El siglo XX, se ha caracterizado por una dinámica terrorista orientada a implantar regímenes totalitarios. Tristemente hoy, reivindicados ante una sociedad que pareciese que ha perdido la memoria, inmersa en una cultura del odio, de la venganza y del revanchismo.
El siglo XXI, frente a un discurso que prometía un nuevo orden de paz y prosperidad, amanece con brusquedad un once de septiembre, desnudando la fragilidad del desorden organizado, de una sociedad que vive de espaldas a Dios, que nuevamente se sumerge en la irracionalidad de la violencia del acto terrorista, que tendrá su prolongación un once de marzo en Atocha, España; y que dará origen a la inmoralidad de la llamada “Guerra Preventiva”, auténtico terrorismo de un imperio en decadencia, que recurre al uso de la fuerza, con el único fin de resguardar sus intereses financieros.
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