CÁDIZ, 06 Nov. 06 (ACI/Europa Press).- El Obispo de Asidonia-Jerez, Mons. Juan del Río, afirmó ayer que la expresión “derecho a morir dignamente” está siendo usada por los "apologistas de la eutanasia hasta conseguir contaminar el lenguaje coloquial e incluso el periodístico”.
Asimismo, en un artículo remitido a Europa Press, el Prelado manifestó que "se trata de una perfidia pues implica, por eliminación, que aquellas personas que deciden soportar el dolor o los impedimentos físicos mueren indignamente”.
En este sentido, añadió que “podemos responder invocando la sensatez”, ya que la medicina paliativa “nos informa que las súplicas de los enfermos para terminar con su vida son casi siempre peticiones angustiadas de asistencia y afecto, indican simplemente necesidad de ayuda humana”.
Así, manifestó que se sustituye el miedo por la seguridad, el abandono por la compañía, el dolor por su alivio, la mentira por la esperanza, el encarnizamiento terapéutico por el control de síntomas, si se ayuda al enfermo a resolver sus problemas con Dios, consigo mismo y con los demás, “es prácticamente seguro que olvidará la eutanasia”. Por tanto, para el obispo, “procurar la muerte de un enfermo terminal, por respeto a su libertad es, en la mayoría de los casos, responder con muerte a un grito de petición de auxilio para seguir viviendo”.
Además, Mons. Del Río recordó que “Sanz Ortiz dice que la medicina paliativa es el complemento de la medicina curativa y constituye la atmósfera o ambiente que debe enmarcar cualquier actividad sanitaria”, así como que "el verdadero fracaso es tener que admitir la eutanasia como solución alternativa al alivio de los síntomas y a la comunicación, ya que el fracaso se produce cuando nos planteamos quitar la vida a un enfermo porque no sabemos cómo mejorarle sus síntomas ni cómo modificar las circunstancias personales en las que está viviendo”.
A juicio del obispo jerezano, “es una pena malgastar esfuerzos de responsables sanitarios o legislativos en buscar justificaciones a una práctica indigna, inhumana e inmoral como la eutanasia”, por lo que “sería mejor encauzarlos a animar a los profesionales a desempeñar humanamente su misión: solidaridad con los que van a morir, comunicándose con ellos, aliviando sus síntomas y apoyándolos emocionalmente”.
Finalmente, manifestó que “todos podemos decir que deseamos morir dignamente y también deseamos vivir dignamente”, por lo que “teniendo en cuenta que la muerte forma parte de la vida, creemos que lo más correcto es vivir dignamente el momento de la muerte”.
“A quienes dicen que desean la eutanasia para sí, debemos más bien ayudarles a vivir dignamente, dentro de su inmenso dolor”, afirmó el Prelado, que ante la pregunta de si “no podríamos trabajar cada uno de nosotros más por hacerles la vida más amable, sobre todo a los familiares”, afirmó que “el cariño, la paciencia, el servicio, los detalles pequeños y con un sin fin de gestos que hablan de que el amor es más fuerte que la muerte y que la verdadera compasión nos hace solidarios con el dolor de los demás”. “Así se desvanecerá de nuestro horizonte la idea de eliminar a la persona cuyo sufrimiento no podemos soportar”, concluyó.
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