Las seis cuadras que componen la avenida Illia se convirtieron ayer por cuarenta minutos en una extensión de la peatonal Rivadavia. Una columna humana de tres cuadras colmó la principal diagonal de San Luis para imprimirle movimiento al letargo característico de la siesta de un feriado. El motivo fue acompañar la imagen del patrono San Luis Rey de Francia en su única salida del año de la Iglesia Catedral y honrarlo con una procesión en el día en que se conmemora su muerte y el nacimiento de nuestra ciudad y provincia que reciben su nombre. A paso de hombre, la feligresía puntana avanzó desde el punto tradicional de partida, la ex estación de trenes, y desde el arranque nomás empezó a masticar el ejemplo de vida de Luis IX cada vez que desde los parlantes se escuchaban fragmentos de su biografía o se entonaba alguna estrofa del himno al santo.Poco tardó en relucir el fervor de la grey, ayudado también por los rayos de sol que a las 17 elevaban el termómetro a los 27,5º, el máximo registro de otra jornada de invierno según el Servicio Meteorológico Nacional. Así replicó en el enlazamiento de los cánticos y el rezo de cada grupo de oraciones conformado por un Padre Nuestro, tres Ave Marías y un Gloria. Y contagió a quienes se fueron plegando a la manifestación religiosa.
La delgada cruz dorada encabezó la procesión. A ambos costados, una hilera de monaguillos, seminaristas y sacerdotes escoltaban la imagen de San Luis Rey, que se paseó en un móvil de la Guarnición Militar local.Detrás se ubicó el obispo de la Diócesis, Jorge Luis Lona, junto al vicario Armando Conti y la intendenta capitalina, Alicia Lemme. Luego, el orden de la muchedumbre se alternaba continuamente, especialmente por quienes caminaban por la vereda sur. Aunque por el costado norte de la avenida todo parecía más definido porque nadie se animaba a pasar a los abanderados de las enseñas nacional y papal que llevaron los colegios confesionales.La amplia convocatoria posibilitó que dirigentes políticos antagónicos como las justicialistas Lemme o la diputada nacional María Angélica Torrontegui compartieran el mismo espacio con el senador nacional kirchnerista, Daniel Pérsico o con el abogado y ex candidato a ese cargo, Enrique Ponce. Pero también hubo lugar para otras autoridades como los ministros Stella Catalfamo y Sebastián Lavandeira, el presidente del Concejo Deliberante Oscar Di Sisto, el infaltable concejal Santiago Saín, varios integrantes del gabinete municipal y representantes de la Policía y del Ejército, que se entremezclaban con los estandartes de las delegaciones parroquiales y las monjas del
Instituto Mater Dei.
Instituto Mater Dei.
Las expresiones de fe otra vez fueron numerosas. Solo basta mencionar un joven que nació con una malformación en ambos brazos, un adolescente en silla de rueda y un anciano apoyado en un bastón se desplazaron a la par del resto, dejando atrás sus falencias o dolencias físicas.
El recibimiento en la explanada de la Catedral no fue tan efusivo como con otras imágenes cristianas. Sólo la música de la banda del Ejército hizo rememorar destellos de cómo la comunidad religiosa le da la bienvenida por ejemplo a la Virgen María cada 8 de diciembre, donde los pañuelos y los pétalos de flores siempre dicen presente. Para el aplauso espontáneo hubo que esperar hasta el final cuando el santo fue llevado en andas por un grupo de seminaristas hasta el interior de la iglesia.
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