UNA JUSTICIERA CARTA
Lo
que sigue es un fragmento de la carta que la Sra. María Delicia Rearte
de Giachino, les remitiera a los miembros del CECIM, vergonzosa e
indigna agrupación platense oficialista, que pidió el retiro del retrato
del Capitán Giachino del Concejo Deliberante de Mar del Plata.
Señores:
Con desconcierto he visto que CECIM es incansable.
No se conformó con amenazarme con saña inaudita, en Diciembre pasado y en reiteradas oportunidades, sino que ahora se ocupa de agraviar a un muerto, el Señor Capitán de Fragata (Post Mortem) de Infantería de Marina Don PEDRO E. GIACHINO, cuyo nombre será dificil borrar de la historia grande de la Nación Argentina.
Realmente estos hechos muestran la catadura moral de quienes integran ese Centro y se dicen “ex combatientes”, no VGM (VETERANOS DE MALVINAS), pues evidentemente dejaron de combatir por la Verdad y la Justicia, no mereciendo el honroso título que los haría acreedores del reconocimiento de los argentinos.
Sin embargo, fiel a mis principios, respeto a todo aquel que luchó en Malvinas.
Mi experiencia de la guerra es a través de películas, de libros, de relatos de dolor. Pero ustedes la vivieron. Vivieron las miserias y las grandezas de toda guerra. El hambre, el frío, el miedo, la amistad, la caridad, el valor. El triunfo y la derrota. La traición y el altruísmo. El cañoneo y la carta esperada.
¿Por qué se convirtieron en ex-combatientes? ¿Por qué cambiaron su fusil por la cobardía? ¿Qué extraño sentimiento de envidia y de rencor los mueve? ¿Por qué borraron sus recuerdos de gloria y los reemplazaron por pedigüeñas mezquindades? ¿Por qué arrancaron el rosario de sus cuellos y se colgaron el amuleto del demonio que entró en sus almas como en la de aquel Judas que vendió su vida eterna? ¿Pensaban en sus esposas, sus hijos, sus padres, sus novias, sus amigos, mientras silbaban las balas, queriendo volver para abrazarlos? ¿Soñaban con la entrada triunfal del guerrero en su Patria, nunca derrotado?
Tal vez las respuestas opaquen sus corazones y destruyan su razón. Tal vez no fue culpa de ustedes. Tal vez intereses bastardos terminaron con sus ilusiones. Tal vez sus jefes no supieron o no quisieron valorar sus sacrificios. Tal vez la ingratitud del pueblo argentino los rebeló. Tal vez creyeron que habian perdido sus “derechos humanos” y los buscaron en los DDHH de los extraviados. ¡Cómo […] se hundieron en el fango viscoso de los “estúpidos imberbes”, ya barbados y corruptos!
Ustedes pretenden destruir, mancillar la gloria de aquellos que murieron a su lado. Ustedes no curan con amor las heridas y los traumas imborrables de los que compartieron el pozo en la turba helada. Ustedes se ensañan con los que fueron fieles a su juramento y lo sostienen aún después de muertos, y en cambio se convierten en despreciables perjuros, deshechos de una sociedad que perdió el rumbo.
Cobardes que traicionan a sus héroes. Cobardes que colaboran en la vergüenza de un país que es hazmerreír del mundo. Cobardes que se esconden en la sombra del anonimato como esbirros de políticas interesadas, que así como los acogió, los tirará al basural cuando logren sus deshonestos propósitos. Cobardes que son cómplices del “fin de la historia” de Gran Bretaña sobre la soberanía de las Islas, esa soberanía que dice reclamar la Sra. Presidenta mientras admite que se la desconozca, callando mientras enlodan a quien, con su vida, se ofrendó por todos los argentinos, para que su bandera volviera a cubrir la tierra redimida.
Ustedes se rindieron, son ex-combatientes, no pudieron librar “el buen combate”. Las 649 cruces no; son Veteranos de Guerra de Malvinas que siguen combatiendo desde el cielo, el mar y la turba hasta la victoria final.
Señores del CECIM: Qué Dios los perdone. Yo, pobre pecadora, todavía no puedo.
María Delicia Rearte de Giachino
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