jueves, 31 de agosto de 2006

Sobre el IX Encuentro de Formación Católica de Buenos Aires

Aclaraciones sobre el IX Encuentro de Formación Católica de Buenos Aires

En calidad de Presidenta del Círculo de Formación San Bernardo de Claraval, ante las diferentes y confusas versiones acerca de la Misa celebrada el 20 de agosto en Luján por Monseñor Baseotto, me propongo formular algunas precisiones. En primer lugar, con respecto a las groseras injusticias ocurridas con miembros de Gendarmería Nacional por asistir a la procesión organizada en el marco de nuestro IX Encuentro de Formación Católica de Buenos Aires, no podemos dejar de pronunciar nuestro más enérgico repudio, por considerar que con dicha medida se constata una vez más la prepotencia con que el Gobierno embiste indirectamente, contra las tradiciones de la Iglesia, amedrentando a los miembros de las FF.AA.

¿Cuántas veces las bandas militares -dependientes del poder civil- se han unido a una festividad religiosa sin el menor inconveniente? Pero pareciera ahora que el error más grave que han cometido los sancionados ha sido, sin duda, interpretar que las celebraciones de la Iglesia importan a la Patria, y es dable acompañarlas. De la sanción se colige, en cambio, que han pasado a ser "actos privados" y nada tiene que hacer allí una banda nacional.

Resulta curioso cómo quienes se gozan en proclamar las injusticias sufridas por un supuesto "terrorismo de Estado", no vacilan en aplicar progresivamente el terror, dirigido especialmente contra los sectores católicos o afines, ya que medidas como ésta apuntan, en última instancia, a sembrar la desconfianza y el temor -no sólo entre las FF.AA. sino aún entre la población- a participar de ceremonias o prácticas que tradicionalmente han sido un derecho indiscutible de cualquier argentino. Así llegamos a que la organización de una Misa por la reconciliación de los argentinos, una procesión en que se ruega para que no se asesine a los niños por nacer, un Vía Crucis por los muertos por la subversión, son sentidos como actos "peligrosos" de sedición, simplemente porque se trata de un gobierno pendenciero, abortista y subversivo. Y lógicamente, éste no puede llevarse bien con nadie que se precie de sostener los principios católicos. ¿Acaso no estamos ya, entonces, en un clarísimo caso de persecución religiosa? La ecuación es elemental, a menos que se busque una tibia componenda por la cual debería haber un "catolicismo moderado" (¿?) que no mencione ni tenga en cuenta esas cuestiones, y todos contentos. Como con la Iglesia Nacional de China Comunista, claro. A quien desee conocer "cómo una banda de música de la Gendarmería Nacional terminó animando la procesión a Luján organizada por el Círculo de Formación San Bernardo de Claraval", diremos que realicé -yo, personalmente- los trámites pertinentes que cualquier hijo de vecino debe hacer para que una banda militar anime festivamente una procesión, como lo hicimos durante varios años sin ningún problema, sin el más mínimo ánimo de provocación. ¿Acaso no existe aquí "libertad de expresión"?...Perdón, permitan la ironía. Que se sonrían los necios y se rasguen las vestiduras los pusilánimes, mientras todo el que tenga todavía un gramo de sentido común no atrofiado por la parafernalia mediática compruebe entonces la necesidad de haber dicho lo que se dijo en la procesión a Luján. Que el marxismo ya gobierna impunemente, no es ningún secreto, y si tener en cuenta al Magisterio infalible de la Iglesia (que califica al mismo como "intrínsecamente perverso") nos merece ser llamados con cualquier epíteto descalificador, esto no nos quitará el sueño, aunque preferimos llamarnos católicos, a secas. Cabe entonces recordar que la "catolicidad" es desde siempre sinónimo de "universalidad", en virtud del reconocimiento de Pedro, el Santo Padre -hoy Benedicto XVI- como única cabeza visible de la Iglesia fundada por Cristo, y su autoridad suprema. De ello, pues, se derivan algunas conclusiones: - Nunca puede hablarse con propiedad de "católicos sectarizados", pues en la medida de su unión al Santo Padre, ya sean 10 o 1000, forman parte de la Iglesia universal, sin requerir un "número" determinado para agruparse. Al contrario, existen de hecho numerosas sectas (de "sectare", cortar, segregar) en nuestro país, incluso llamadas "cristianas", con una gran cantidad de miembros y que no por ello son considerados -ni por ellos ni por nosotros- parte de la Iglesia. - Unidos al Santo Padre, estamos asimismo unidos a nuestros obispos, en obediencia y en oración, y nos asiste todo el derecho de dirigirnos a ellos filialmente cada vez que, como grey, requerimos la voz, el ejemplo y la enseñanza de nuestros pastores. Monseñor Baseotto -¡a ver si se comprende, por favor!-, no es el presidente de un efímero partido político, sino un LEGÍTIMO PASTOR DE LA IGLESIA, y como tal lo reconocemos, además de solícito padre, aunque ninguno de nuestros integrantes pertenezca a las FF.AA. Si Mons. Aguer, o Mons. Sarlinga, o Mons. Di Monte, ¡o Mons. Bergoglio, claro! hubiesen podido celebrar la misa solicitada por nosotros en la basílica de Luján, nos hubiese reconfortado muchísimo. Pero sepan, señores, que en la Iglesia hay mucha más libertad de la que pintan las telenovelas, y en nada transgredimos el Derecho Canónico por sentir una particular afinidad y predilección por los obispos que, cuando la vida inocente está siendo más gravemente amenazada, más celosamente se ponen junto a los indefensos para defenderlos. Bioética y educación son, a nuestro parecer, las causas más urgentes que reclaman hoy la voz de nuestros pastores. No obstante, pese a que la Teología de la Liberación ha sido ya numerosas veces condenada por el Magisterio, nos perturba sobremanera constatar bastante a menudo, la desobediencia de sacerdotes y aún de obispos al respecto. Y la liturgia es otro aspecto en el que se advierte una insensible desobediencia. El párroco de la basílica -no Mons. Di Monte, en absoluto- parece desconocer los últimos documentos de la Santa Sede al respecto (recomendamos la lectura atenta de "Redemptionis Sacramentum"), y simplemente, nosotros pedimos que alguien se los haga conocer, advirtiéndole que la liturgia no es su "propiedad". He ahí la somera exposición del problema, y toda la razón por la que libremente, optamos por celebrar la misa en la Villa Marista, a la espera de que la autoridad legítima de la basílica -y no nosotros- le explique al padre Torres Carbonell lo que parece no haber comprendido. Como bien se ha aclarado ya, Monseñor Baseoto, ni ningún obispo o sacerdote legítimamente ordenado, necesita el "apoyo" de otro obispo para celebrar una misa en un templo que es Santuario Nacional; ni siquiera, propiamente, autorización. Todas las demás interpretaciones con que el periodismo confundió las inteligencias de algunos, son vulgar chusmerío. Cabe preguntarse, respecto de nuestro Encuentro, si se ha tratado de un grupo minúsculo de "dinosauros", ¿a qué viene tanta prensa y preocupación, aún por parte del gobierno?...Digamos entonces que en las cifras o mienten un poco o no andan muy bien informados que digamos. Se ha señalado por ahí que "quedamos aislados" en la Villa Marista. ¿Acaso esperaban que ofreciéramos conferencias por la calle, con parlantes?. Gracias a Dios, nuestros eventos gozan de buena "circulación", y cualquier participante puede entrar y salir cuando lo desea, pues no hay un Fidel Castro custodiando la puerta. Frente a que "los organizadores del encuentro tampoco brindaron detalles sobre las actividades que se realizaron", digamos entonces que si tan secreta y sospechosa era nuestra programación, ¿cómo es que Página 12 la publicó (colaborando con su difusión, claro) más de un mes antes en forma completa, con temario, espectáculos y referencias específicas? No vemos por qué razón les inquieta tanto un Encuentro de Formación en que se abordan temas sobre todo de filosofía, estética, y veracidad en medios de comunicación, pues en un mundo que se muestra ávido de armonía, paz y claridad, creemos que la Verdad y Belleza distan bastante de ser temas "anacrónicos". Otro tema que nos parece oportuno aclarar es el referido a las acusaciones de antisemitismo. ¿Son antisemitas los judíos de buena voluntad que actualmente, en cualquier parte del globo, condenan los horrores que el sionismo está perpetrando en el Líbano?; ¿y les parece absurdo que un grupo de católicos -vale decir, que creemos que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida para todo hombre- rece por una Argentina Católica y Mariana, a cuyo amparo todos puedan crecer en libertad? ¡Pues que se reniegue de San Martín y de Belgrano de una buena vez, tachándolos también de "intolerantes", y sacándose la careta, se confiese que en realidad querrían que nuestra azul y blanca sea reemplazada por un trapo rojo!

Discúlpennos: no podemos compartirlo; por encima de nuestra querida Patria tenemos nosotros una Patria más grande, más justa, invulnerable, y a Ella quisiéramos de corazón que pertenezcan todos los hombres, porque a todos les deseamos la felicidad eterna del Cielo. Este afán es el que impulsa al misionero, y sin él, el católico no es tal. Simplemente pretendemos ser fieles al Evangelio, que nos pide que nuestro lenguaje sea "sí, sí- no, no". Y si nuestro tono es airado, esperamos ser comprendidos en nuestro cansancio ante la permanente tergiversación de palabras, gestos y actitudes, tendenciosamente interpretadas para confusión y daño espiritual de los distraídos. Sería interesante que alguna vez, los corifeos de todos los derechos, comiencen a respetar uno que pasan por alto: el derecho a la Verdad.

M.Virginia O. de Gristelli Jorge Esteban Gristelli

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