Después de releer in extenso la reciente carta-abierta del catedrático contestatario alemán, dirigida “a los obispos católicos de todo el mundo” (el pasado 16 de abril), de la cual se han hecho un eco entusiasta (como era de suponer) los “medios” de difusión y corrupción, me siento obligado en mi conciencia sacerdotal a responder lo que sigue, movido únicamente por amor a la verdad, a mi santa Madre la Iglesia y, en particular, a mi admirado, venerado y amadísimo Santo Padre, Benedicto XVI.
El ataque brutal y despiadado contra el Vicario de Cristo no considero exagerado calificarlo de “demoníaco”…
¡Un Martín Lutero no lo habría escrito mejor… y el diablo (si le fuera permitido por Dios) bailaría de alegría!
De todas las “acusaciones” lanzadas contra el Papa, no hay una sola que resista un análisis serio.
Su mismo vocabulario delata ya una mentalidad soberbia, racionalista y política, con fuerte hedor a odio, resentimiento y envidia a su “antiguo colega en la Universidad de Tubinga (…) este Papa” (como Ud. le llama despectivamente), sí, este Papa (dicho sea de paso), a quien Ud. no le llega a la altura de los zapatos…
Su enfoque del tema del celibato sacerdotal, además de “sospechoso”, es lisa y llanamente equivocado, teológica y psicológicamente hablando.
Y en cuanto a números y estadísticas… ¡burdas mentiras!
Me voy a limitar a poner de relieve algunos párrafos de su larga carta, que son “claves” para un sano discernimiento y un justo juicio:
1º) Hans Küng, con la hipocresía y el cinismo que le caracterizan, se hace pasar por un “devoto” defensor del Concilio Vaticano II, acusando al Santo Padre de “relativizar los textos conciliares e interpretarlos de forma retrógrada, contra el espíritu de los padres del Concilio” (sic); más aún (Benedicto XVI) “se sitúa expresamente contra el Concilio ecuménico”, y además “ha reforzado los poderes eclesiales contrarios al Concilio en el nombramiento de altos cargos anticonciliares y obispos reaccionarios en todo el mundo”…
¡Qué poca vergüenza!
¡Qué bien haría a todos (en especial a la Iglesia) con callarse!
¡Con razón carece de licencias para enseñar teología católica, desde el año 1980!
2º) Su demencial autoritarismo le lleva nada menos que a “exigir un Concilio” (!)… “para solucionar -dice- el problema de la reforma, que ha irrumpido ahora de forma dramática (…) en vista de esta Iglesia en crisis”.
¿Un falso “reformador” más? ¡No, por favor! ¡Ya tenemos bastantes!
La “crisis” eclesial, que Hans Küng denuncia patéticamente, se debe precisamente a quienes han interpretado el Concilio como él, ¡que no son pocos!
A mi entender, el problema no está en reclamar otro Concilio… sino en tomarse muy en serio aquel, que para muchos (sean progresistas o tradicionalistas) ya “pasó a la historia”…
3º) Finalmente, en el colmo de su maldad, H.K. ha llegado a presionar a los obispos (con adulación y descaro) a la difamación, desconfianza, resistencia, desobediencia y rebeldía contra el Santo Padre, al estilo del más vulgar revolucionario y agitador de masas…
¡El Papa sabía muy bien, desde el día de su elección, que Jesús le enviaba como oveja acechada por lobos!
¡Ahora resulta que ya no se trataría sólo de una “reforma”, sino… de un cisma!
Sin comentarios…
Solamente recordar aquellas palabras del divino Maestro, que hablan por sí solas:
“Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en la fosa” (Mateo 15, 24).
“¡Guías ciegos -dijo Jesús a los escribas y fariseos- que coláis el mosquito y os tragáis un camello!” (Mateo 23, 24)
¡Sinceramente no puedo entender cómo un “teólogo católico” puede llegar a odiar y apedrear a un Papa (como el felizmente reinante) que deslumbra por su sabiduría, santidad, celo pastoral, humildad y valentía!…
¡Un Papa que lleva sobre sus cansados hombros la cruz más pesada de todas en este mundo, y que merece comprensión, cariño, compasión, defensa y colaboración!
¡Maldito quien “toca” el rostro de nuestra bendita Madre
La furia patológica y la dureza de corazón del profesor en cuestión, junto con el gravísimo escándalo a nivel universal, están exigiendo ya un pedido público de perdón con la consiguiente justa reparación…
Y como Dios sabe muy bien sacar bienes de males, con el ataque salvaje al Papa Benedicto XVI no está logrando sino el efecto contrario: vibrantes alabanzas y adhesiones a aquel que conduce la Barca de Pedro, con pulso firme, al Puerto seguro…
Pidamos mucho a Jesús misericordioso, por mediación de
José Luis Torres-Pardo CR
Superior del Instituto “Cristo Rey”
Roldán (Santa Fe) Argentina
27 de abril de 2010
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