lunes, 28 de mayo de 2007

"Alicia murio de susto"

Las comillas del título son válidas. Así llamaba, con su ironía traviesa de gran señor criollo, el Dr. Gustavo Martínez Zuviría (Hugo Wast) a la dirigente socialista Alicia Moreau de Justo a la que tomaba el pelo respetuosamente. Digamos que nuestra Alicia, la santacruceña, casi muere de susto; y todo el asunto produce susto.

Pasados los primeros instantes en que -sí, confesémoslo- exclamamos ¡justicia poética! pensando en los cientos de “escraches” propiciados, consentidos y nunca investigados por los K, la razón se impuso a la pasión. No es que olvidemos a Graciela Etchecolatz, brutalmente apaleada después de un “escrache” en Buenos Aires, a resultas de lo cual perdió la visión de un ojo; ni los “escraches” a las casas de nuestros “prisioneros de guerra”; ni los que tuvo que soportar López Murphy (a quien, una vez, impidieron hablar en una universidad) ; ni el más cercano al juez Bisordi, y un largo etcétera que incluye la muerte súbita de la esposa del General Saa cuando la policía se llevó, innecesariamente esposado, al anciano General. Por cierto, no. Pero cuando llega la hora de la reflexión no podemos no detenernos a analizar a quienes impulsan estas “protestas sociales”.

Si en Santa Cruz es el Obispo Romanín, como parece, entonces digamos que lo hace desde una izquierda mucho más extrema y peligrosa que la de los K. No equivocarse: él y Piña son la versión actualizada de los Devoto, De Nevares, Angelelli, etc., que impulsaron y hasta armaron (en un caso, al menos, me consta por testimonio directo) a la guerrilla de los setenta. Siguiendo las directivas del Foro de San Pablo, el proceso revolucionario ha cambiado su estrategia para América Latina; en lugar de armar bandas guerrilleras, los revolucionarios de hoy dirigen, infiltrándose y luego dominando, todas las protestas sociales en nuestros países (estrategia conocida como “guerra social”).

Hasta ahora lo hacen con eficacia. Por supuesto, como antes, igual que antes, ahora los piqueteros y gremialistas zurdos son “preparados” por jóvenes universitarios en pequeños grupos en las universidades. Hay también muchos sacerdotes y obispos metidos en estos movimientos, como los hubo antes (pensar, por ejemplo, en el Rector de la Universidad Católica de Córdoba entregándole el doctorado honoris causa a Estela Carloto, recibiendo en sus aulas al “teólogo” Leonardo Boff, líder de la “liberación” enérgicamente condenado por Roma y, lo que es peor firmando, con otros cuatro jesuitas, un libelo contra Benedicto XVI publicado en La Voz del Interior).

La extrema izquierda a la que los K alentaron y promovieron en su odio a las instituciones armadas y de seguridad, a todos los matices de la derecha sin excepción, a todo lo que signifique orden y autoridad, se ha ido de las manos del kirchnerismo. Los K están totalmente sobrepasados, desbordados por la guerra social. Los K no se privaron de nada en el ansia, por ejemplo, de escarnecer a las Fuerzas Armadas; recordemos a Bonafini en el Patio de Honor del Colegio Militar. El tema es que nuestro “pingüino” no termina de subordinarse del todo a Chávez, probablemente por intereses subalternos; y la “Internacional Roja” (tan roja como en los setenta) no tolera ambivalencias.

Se vislumbra un 2001. Primero, la extrema izquierda desestabilizará a este engendro de gobierno mezcla de zurda y corruptela… y después, queridos amigos, si consiguen crear el caos total vendrá por el resto, y en el resto estamos nosotros.
Habrá, seguramente, varios obispos y sacerdotes que predicarán “romper las estructuras”, todas las estructuras, las de la Iglesia también, como alguien propuso en la última reunión nacional de Caritas, con Pablo Friere en mano. Por eso, la “justicia poética” contra los K (que se la merecen, no hay duda) tiene unos inspiradores asaz peligrosos. Monseñor Devoto, allá por los fines de la década del 60, exaltaba el Mayo francés que acaba de ser enterrado en Francia tras el triunfo de Sarkozy. Pero repito, hoy bastante clero y no poca Jerarquía Católica están reflotando esas ideologías a pesar de que Benedicto XVI ha rechazado la Teología de la Liberación, al tercermundismo y a la intervención directa de los religiosos en la política. Acaba de asestar un duro golpe, en Aparecida, a todos estas graves desviaciones de la Fe. El tema es ¿cuántos sacerdotes y obispos lo van a obedecer? Algún discípulo de Carlos Sacheri tendría que escribir la continuación de La Iglesia clandestina, en nuestro siglo XXI. Claro que ese libro fue, sin duda, una de las causas de la muerte de su autor.

Volviendo al principio de esta nota: Alicia casi muere de susto. Pero detrás de sus agresores se esconden quienes pueden darnos, a todos, un susto aún mayor.

Autor: María Lilia Genta

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