El Pontífice dedicó una parte de su reflexión al drama humano del famoso apologeta africano nacido el año 150, que luego de convertirse al cristianismo terminó apartándose de la Iglesia por efectos de su inflexibilidad y su subjetivismo.
“Con el transcurso de los años –explicó el Papa- (Tertuliano) se volvió cada vez más exigente con los cristianos”, pretendiendo “en cualquier circunstancia un comportamiento heroico”.
“Pienso mucho en esta gran personalidad
“Cuando uno ve solamente la grandeza del pensamiento propio, resulta que es precisamente esa grandeza la que se pierde”.
“La característica esencial de un gran teólogo consiste en la humildad de estar con la Iglesia, de aceptar sus debilidades y las propias, porque solo Dios es realmente santo. En cambio, nosotros, necesitamos siempre que nos perdonen”, señaló el Pontífice.
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