Al presidir este mediodía (hora local) el rezo del Ángelus dominical en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI instó a todos a renovar su entrega al Señor Jesús para ser así testigos de su amor ante el mundo, avanzando contra corriente; sin importar el “escándalo” de la “paradoja de la fe cristiana”.
Al meditar sobre el Evangelio de Juan de este domingo que se cierra el discurso eucarístico del Pan de Vida, el Santo Padre recordó que la “provocativa pregunta” de Cristo a sus apóstoles: “¿Ustedes también quieren irse?” no está “dirigida solamente a quienes los escuchaban entonces, sino que alcanza a los creyentes y hombres de toda época. Incluso hoy, muchos siguen ‘escandalizados’ ante la paradoja de la fe cristiana”.
Seguidamente el Papa explicó que la enseñanza de Jesús sobre la necesidad de “comer su cuerpo y su sangre” parece “’dura’, muy difícil de acoger y poner en práctica. Por ello surgen quienes rechazan y abandonan a Cristo, quienes buscan ‘adaptar’ la palabra a los modos de los tiempos extirpándoles el sentido y el valor”.
“‘¿Quieren irse ustedes también?’ Esta inquietante provocación resuena en el corazón y espera de cada uno una respuesta personal”, subrayó Benedicto XVI.
Jesús, prosiguió el Papa, “no se contenta con una pertenencia superficial y formal, no le es suficiente una primera y entusiasta adhesión, sucede lo contrario, hace falta tomar parte para toda la vida ‘en su pensamiento y querer’. SeguirLo llena el corazón de alegría y da sentido pleno a nuestra existencia, pero comporta una serie de dificultades y renuncias porque con mucha frecuencia es necesario avanzar contra corriente”.
Citando luego la respuesta de Pedro al Señor: “¿Señor, a quién iremos. Solo Tú tienes palabras de Vida eterna y nosotros hemos creído que tu eres el Santo de Dios”, el Papa Benedicto XVI indicó que “también nosotros podemos repetir la respuesta de Pedro, conscientes de nuestra humana fragilidad, pero confiados en la potencia del Espíritu Santo, que se expresa y manifiesta en la comunión con Jesús”.
“La fe es un don de Dios para el hombre y, al mismo tiempo, es la libre y total adhesión del hombre a Dios, la fe es la dócil escucha de la palabra del Señor que se hace ‘lámpara’ para nuestros pasos y ‘luz’ en nuestro camino. Si abrimos con fe el corazón a Cristo, si nos dejamos conquistar por Él, podemos experimentar también nosotros, junto al Santo Cura de Ars, también que ‘nuestra felicidad en esta tierra es amar a Dios y saber que Él nos ama’”.
Finalmente el Papa pidió “a la Virgen María que vele siempre por nosotros por esta fe impregnada de amor, que está en Ella, humilde doncella de Nazaret, Madre de Dios y madre y modelo de todos los creyentes”.
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