viernes, 14 de noviembre de 2008

CRITICAS DEL PAPA A LA MENTALIDAD MODERNA

Benedicto XVI: "El infierno existe y no esta vacío



El Papa reiteró ayer que aunque los temas fundamentales de la fe "aparecen raramente en nuestras prédicas", el infierno existe, no está vacío, y es el ámbito de la justicia de Dios, o sea que quien tiene "una verdadera culpa" recibirá su castigo. La salvación no es automática ni gratuita y no arribará para todos. Terminar en el infierno "es una posibilidad real".



En el encuentro con libres consultas a Benedicto XVI de los diáconos de Roma, a raíz de la Cuaresma, el pontífice respondió a una pregunta sobre "las murallas del pecado". Criticó la mentalidad actual en la que "estamos habituados a pensar qué cosa es el pecado: Dios es grande, nos conoce y por tanto el pecado no cuenta, al final Dios será bueno con todos".



En cambio la justicia impone que "los que han destruído al hombre y la Tierra no puedan sentarse de inmediato a la mesa de Dios junto con sus víctimas". No todos, pues, se presentarán por igual al banquete del Paraíso.


O sea que el Papa que enterró al limbo resucita claramente el infierno, que existe. Y no está vacío, como llegó a hipotizar su amigo ya fallecido, el teólogo suizo Urs von Balthasar, quién dijo que la bondad infinita de Dios, rehacio a las condenas eternas, podría haberlo deshabitado.


El Papa agregó que "Dios crea justicia y debemos tenerlo presente". Recordó que el paraíso, el purgatorio y el infierno fueron temas de su última encíclica sobre la esperanza y la salvación, en la que afirma que "quizás no son muchos los cuales no tienen más en sí mismos ningún elemento sobre el cual pueda apoyarse el amor de Dios", una condición infernal.


Para algunos teólogos la concepción de la enseñanza de Benedicto XVI reivindica la justicia del castigo divino. Su predecesor Juan Pablo II dio en 1999 una visión innovadora en las cuatro audiencias consecutivas que dedicó al cielo, infierno, purgatorio y el diablo. Así como el cielo "no es un lugar físico entre las nubes", explicó el Papa polaco, el infierno no es "un lugar" sino "la situación de quién se aparta de Dios" y el purgatorio "un estado provisional de purificación" . Ninguno, pues, tiene que ver "con ubicaciones terrenales".


En su intervención ante los diáconos romanos, Benedicto XVI, que es el principal teólogo de la ortodoxia católica desde los tiempos del Concilio Vaticano II, con una orientación tradicionalista, dijo que "cuando no se conoce el juicio de Dios, no se conoce la posibilidad del infierno, del fracaso radical y definitivo de la vida, no se conoce la posibilidad y la necesidad de la purificación". El hombre al final "no se conoce más a sí mismo, no conociendo a Dios, y destruye la Tierra".


El Papa Ratzinger recordó al respecto que "todas las grandes ideologías prometieron: tomaremos en nuestras manos las cosas, nos ocuparemos de la Tierra, crearemos el mundo nuevo, justo, correcto, fraterno". En cambio, destacó el pontífice, "han destruído el mundo", citando "al nazismo y al comunismo, que prometieron construir el mundo como debía ser y, en cambio, lo destruyeron" .


Para el papa Benedicto XVI, “el comunismo destruyó el mundo tanto como el nazismo”. También dijo que en la actualidad “se habla demasiado poco del pecado” y “el que no trabaja para el paraíso no trabaja por el bien de los hombres en la Tierra”.


Así lo sentenció en una carta conocida ayer. “Quien no conoce el juicio final, no conoce la posibilidad del fracaso y la necesidad de la redención. Quien no trabaja para el paraíso no trabaja ni siquiera por el bien de los hombres en la Tierra”, escribió el Papa.


De la misma forma, revalidó su creencia en la existencia del “infierno” y “el juicio final” –pese a que su antecesor, Juan Pablo II, había asegurado que se trataba de figuras simbólicas– y criticó que no sean temas cotidianos de charla.


Ya en la encíclica Spe Salvi , Ratzinger reafirmaba también la existencia del Purgatorio, donde los pecadores podrán limpiarse antes de ascender a los Cielos. Allí encontrarán la Vida Eterna , cuyo fundamento y argumento esencial son la justicia y la fe en la vida eterna, sostuvo el Sumo Pontífice.


Benedicto XVI concluyó: “Es imposible que la injusticia de la historia sea la última palabra” en la vida de las personas.

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